226. Íntimo

En un hotel de la RueLeoDelibes en París, JoséMaria empezó su diario íntimo.


Años antes, diseminó otros diarios para cumplir plazos de nuevos libros. Además, la historia autobiográfica de sus libros publicados se perdió al caer el edificio de la editorial Buret.

Lo llamó Tagebücher en alemán, así como Hebbel en español llamó Diario. JoséMaría soñaba que el diario se publicara cuando muriera. Siempre sintió miedo de la mutilación y manipulación, de la avaricia en JoséIgnacio, su hermano menor, por hacer fortuna con él.

Esto le venía a la cabeza mientras escribía en pisos de Roma, Madrid y Barcelona. En cuartos ornados de cuadros y libros, cerca a un fuego espléndido y envuelto en una bata de cardenal color granate.

En testamento público, JoséMaría heredó la obra completa a Ramón, su secretario de toda la vida.

Cuando JoséMaría murió, Ramón regresó a LaHabana con su esposa y su hija Giorgina. Llevó todo, en especial las cajas del archivo de JośeMaría. En el calor caribeño y en traje de paño, transcribió a máquina algunas entradas del diario. Hasta que la vejez empezó a hacerle olvidar las cosas.

La necesidad de dinero hizo que Giorgina vendiera pertenencias para subsistir. En 1965 hubo un comprador del archivo, Raúl.

Aunque las copias eran prohibidas en La Habana, Raúl transcribió algunas entradas del diario. Trece años después de la compra, pidió a un conocido contactar con Gabriel, un escritor colombiano y famoso como fue JoséMaría. Le pidió apoyo para publicar el diario fuera de LaHabana.

Meses después, Raúl recibió una visita de varios funcionarios de CasaDeLasAméricas. Ofrecieron comprarle las cajas. Él se negó a vender.

Días después volvieron quince policías. Revisaron la casa buscando los archivos. Sin encontrarlos, secuestraron a Raúl. Entre ratas, lo torturaron con electrochoques al cerebro. Débil, dijo dónde estaban las cajas.




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