215. Una librería y dos escritores

Hablaba con Eme de cómo llegamos a la lectura. Me hizo notar que prescindí de las bibliotecas, pues le conté, que después de leer unos tres o cuatro libros prestados, fui directo a las librerías.

Por la edad, salir del barrio al occidente e ir al centro, es aventura. Los edificios se ven grandotes, gestos de los vendedores son una incógnita entre agresividad y adrenalina. Y en especial la Bastilla con sus cuatro pisos, era una fortaleza para explorar desde abajo e ir subiendo hacia lo desconocido.

Fue allí en la soledad del tercer piso, que llegué a donde un librero fresco, hedonista, de esos que ya no esperan muchos lectores en su local. Estaba con los pies sobre una pila de libros.

Me miró de reojo y apenas se movió. Cuando le pregunté por un libro de Kundera, de inmediato apareció detrás de mí un tipo, a gritos, renegando en mi contra. Era alto, de unos 40 años, con una pequeña cola de caballo y barba.

Luego del sermón, terminó agregando:

-Para mí los mejores escritores del mundo son el peruano Julio Ramón Ribeyro y el argentino Manuel Mujica Laínez.

Con esta frase mi vida se partió en dos. El antes y después de estos escritores.

Como no me gravé bien los nombres, duré semanas googleando mezclas entre los nombres, apellidos y nacionalidades de ambos. Hasta que por fin di con uno, después con el otro.

Años luego, cuando yo trabajaba en una librería, durante la Fiesta del Libro en el Jardín Botánico, apareció el tipo gritando en el pabellón de libros leídos. Buscaba el tercer tomo de Aguilar de la Obra Completa de Mujica Laínez.

No indago nada sobre el tipo. Lo dejo todo así, como un azar que de imprevisto alimenta mi apego a estos dos escritores.



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