210. Parásitos

El sol se mete entre la montaña, dejando el cielo con rastros naranjados. Subiendo por calles las aceras, en una de esas lomas la pareja encuentra el albergue de la dirección que buscan. Tocan el timbre y par de minutos demora en aparecer una mujer joven. Tiene el pelo recogido alto en la coronilla, blusa sencilla y sudadera remangada. 
-¿Tienen reserva?
-Sí -contestan ambos.
-Bien puedan pasen. En un momento les muestro su habitación que estoy terminando de hacerle el aseo -dice abriendo la reja.


Dentro, el pasillo está oscuro. Tiene ambiente lúgubre de la tarde que acaba.
Se escucha en la cocina dos hombres conversando en español. Se siente olor a plátanos asados. Cuando pasa la pareja uno de los hombres camina cerca, mirando de reojo. Es delgado, moreno y de ropas anchas, polvorientas y con manchas de pintura.

Rato luego la pareja va al patio. Se sientan en una mesa de madera bajo un árbol de naranjas. Conversan. Mientras, uno de ellos tiene la sensación de que se mueven las cortinas al interior de las alcobas del muro un extremo.

Al llegar la noche, grupos están repartidos por las sillas y mesas del patio. El hombre moreno se afinca en la barra, reparte tragos, vacía ron en su garganta y fuma un cigarro tras otro. La pareja se va temprano a su cuarto. Mientras la fiesta continúa fuera.


Temprano en la mañana, el moreno ya está en la cocina. Alguno de la pareja pasa para el baño. Al instante empieza un alegato entre la mujer encargada de los cuartos y el moreno. Dura poco.

Rato luego la pareja toma desayuno en el patio. Se les acerca el moreno a conversar en un mal español. Dice ser estadounidense. Después se olvida a hablar de su vida, solo en inglés.



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