182(Traducción). Una cosa de compartir universal



En Brasil la vida del fútbol es una cosa de compartir universal. Cuando empecé a andar por la ciudad, fui a ver los juegos en las unidades deportivas. Allá era común los juegos todos los días sin falta, donde la mayoría de los miembros de los equipos eran hombres jóvenes y adultos, pero entre ellos también habían mujeres y niños. Esto no hacía que el juego fuera diferente, el empeño y seriedad del fútbol continuaba igual o hasta mejor. Fue impactante porque en mi ciudad los juegos serios siempre tenían una distinción de edad y género, y solo en charla jugaban todos juntos.

Después fui a pasear en bicicleta por los diferentes campos de fútbol de la ciudad. Me sentaba a un lado para ver el juego, pero en pocos minutos salía un jugador y alguien venían cerca de mí para hacerme la invitación de pasar a jugar. Sin conocer a nadie, la invitación estaba siempre abierta, a la vez que los jugadores rotaban, unos entraban y otros se iban. El juego duraba toda la tarde como los juegos de los niños en los barrios populares, con pelotas de poco aire, arcos de gol hechos con sus sandalias y el sol cayendo al fondo del paisaje.

Pasó el tiempo así, y yo aprendía de los diferentes equipos que la gente mostraba en sus camisetas. Entre muchos diferentes, siempre estaba el Flamengo como la camiseta más popular, el equipo con más fanes en todo el país: el equipo nacional. Pero todo el mundo veía en TV los juegos de todos los equipos, mientras otros hacían apuestas en los puestos de servicios virtuales. Siempre fue un momento especial estar al final de la tarde en un local en la calle con una cerveza bien fría y viendo un juego cualquiera, del Palmeiras, Corinthians, Sao Paulo, Gremio, Fluminense o otros. También en las fiestas del Flamengo.

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