151. Ciudad gris

Se deslizan aviones en dirección sur-norte por el aire para salir de la ciudad construida en el valle. Es una coordinación del tránsito simultáneo de hasta tres vuelos diferentes, las líneas que describen los aviones adentro, entre las montañas a uno y otro lado del casco urbano. En la parte más baja en el centro del valle, los aviones coordinan para compartir aire con los helicópteros de la policía que patrullan la ciudad.

Hoy el sol asoma por la cima de la montaña oeste y sus rayos llegan al pico de las montañas al frente del otro lado de la ciudad. Las nubes abajo donde el aire está contaminado, son opacas en blanco y veteadas de gin. Los helicópteros policiales no alcanzan a visualizar abajo, los lentes de sus cámaras y los láseres de profundidad ya no dan para atravesar la mugre de las nubes.


Entonces por semanas sueltan drones que sobre vuelan abajo de las nubes y encima de los árboles de hojas lánguidas. Sus láseres atraviesan la neblina gaseosa que flota sobre las superficies de los edificios, las ropas y pieles de las gentes. Los drones van registrando los rostros bajo máscaras de filtros de aire y gafas contra radiaciones y calores. Capturan cualquier rostro tapado y esa información la articulan con los registros de las cámaras puestas en esquinas de fachadas y postes de luz.


Los pocos grupos de aves que se adaptaron al aire de la ciudad a ratos enloquecen en sus vuelos y dan paseos de días seguidos sin descanso, cortejan a los drones acompañándolos en sus vuelos, y sus cantos los hacen cada vez menos armónicos y más esquizofrénicos. Los colores de sus plumas van mimetizando el color de las nubes veteadas de gin. Todo se pone gris y turbio al avanzar del tiempo.


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