145. Medias comunitarias

Doña P., hace un año empezó a vender ropa y cada cierto tiempo les regala medias a sus hijos. Cada vez les dio un par de diferente color. Todos ya han recibido medias de los mismos limitados colores: a los hombresitos, tonos azules, grises y negros; a la mujercita, violetas, rosas y cremas.

A los tres hijos todos los pares de medias se les han mezclado entre las lavadas de ropa. Son muy escasos los pares que llegan del mismo color a los armarios.

Ellos nunca se habían parado a pensar que de un momento en adelante sus medias son comunitarias. Lo comprueban a poco, analizando algún hueco nuevo provocado por uñas, o por el desgaste extraño de un pie distinto de caminar. Ahora, al buscar entre su armario y la ropa puesta al sol, nadie intenta armar un par del mismo color. Cada quien se pone las medias que encuentre más rápido.

Hace mucho cazar colores dejó de ser preocupación.

Sin embargo, hoy en la noche uno de los hijos de P., planea amanecer fuera. Por presencia, quiere llevar ambas medias iguales, o sea, encontrar un par del mismo color, y, en preferencia, de uno que vaya a su género, para evitar burlas de quienes se impactan por ese desapego a los arquetipos distinguidores de gentes.

Ofuscado por llegar puntual, este hijo de P., buscará en el armario de sus hermanos. Los dejará con prendas por el piso, con objetos íntimos al descubierto por fuera de la cueva de tela que les protegía. No encontrará un par de medias iguales, que coincida al género que él sobrelleva, como tampoco encontrará un par de medias iguales, de acuerdo al color contrario a su supuesto género.

Al final el hijo usará la opción que tuvo antes de desordenar los armarios ajenos.


Imagen relacionada 
Imágen de web

Comentarios

Publicar un comentario