Un señor, una señora empujando un choche con una niña, una jovencita y un niño, caminan hasta detenerse al lateral sur del espejo de agua de la biblioteca. El hombre, que venía con el celular en la mano, se recuesta contra la pared sin dejar de tocar la pantalla. Luego pasa el celular a la señora. Esta habla a la pantalla gesticulando lento. El niño le quita una muñeca a la niña del coche. La señora mira a la jovencita. Esta, pasa al frente del celular. De cabeza ladeada, enrollándose el índice en el cabello que le cuelga hasta la cintura, la jovencita habla a la pantalla. La señora, con una mano sostiene el celular hacia la cara de la jovencita. Con la otra hace seña al niño que camina lejos arrastrando la muñeca. Él regresa corriendo a donde ella. Lo carga en un brazo y le pone el celular frente a la cara. Le dice frases y el niño las repite. Lo descarga y carga a la niña del coche. Le dice unas palabras y ella las repite. La descarga. De pie vuelve la cara a la pantalla, recostándose contra la pared. Se acerca el celular a veinte centímetros de la cara. Conversa gesticulando lento y con las pupilas quietas. El niño mete las manos en el coche. La niña chilla. La jovencita mira alrededor sin soltarse el cabello. El señor da unos pasos a la redonda alejándose de ellos. La señora vuelve a llamar al niño. Lo carga y le dice frases al oído. Él las repite. Luego, con la palma de la mano abierta hacia la pantalla, eleva el brazo con el codo pegado a las costillas y lo nueve a los lados. La señora lo descarga al piso. Entrega el celular al señor. Todos regresan caminando.
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