114. Síntesis metropolitana

La presencia del Estado en la metrópoli es el sistema de seguridad con cámaras intempestivas, móviles, secretas, disimuladas. También es un sistema regular de agentes policías, quienes patrullan y recogen las multas emitidas en las cámaras. Este sistema de vigilancia emite un chillido eléctrico, un poco más estridente y menos frecuente que el gorgojeo, como sapos gigantes, de las torres eléctricas.

Un control parcial del conjunto de municipios continúa siendo un reto difícil hoy en día. Es sabido y delimitado el territorio donde se efectúa la jurisdicción del Estado, que no pasa de las avenidas y calles primarias, segundarias y terciarias. La policía-patrulla ejerce su potestad donde le toca, en las avenidas donde pierde jurisdicción solo va como un ente sumiso, cumpliendo un papel solo aparentoso.

El Estado, tanto con sus tecnologías como con la policía-patrulla, no puede retar el poder y el territorio de las mafias y guerrillas urbanas que dominan más adentro de las terciarias. Cada grupo debe acomodarse a lo que pueden producir en ese pedazo de globo terráqueo y protegerlos con sus propios méritos. Si alguno, con tecnología o presencia, pretende invadir unos metros más allá, generará conflictos internos de eternos años.

Con una guerra al interior de una metrópoli, sería impensable que continúe el desarrollo de cada sector de poder económico. Aunque parezcan enemigos, las mafias dependen del Estado, tanto como ambos dependen de las guerrillas y esta de ellos. Una metrópoli inestable resulta vulnerable ante otras metrópolis de la región continental, que no tardan en llegar a invadir.

Salir de la jurisdicción estadual es casi impensable. Por eso, hablar del más allá de las terciarias no es posible para cualquiera. Los que conocen del ambiente o ámbito, no pueden retratarlo, y los que podemos retratar, con alfabetos e imágenes, no sabemos de allá adentro.

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