72. Relato por las tangentes (iii)

...ahí y así voy sumando, la otra vez estuve amaneciendo en una casa por San Juan hacia arriba, y como no se puede salir después de las diez de la noche, a las dos de la mañana que llegué esa gente adentro toda desesperada y yo con par de bolsas de mochitos de acá al frente y armé unos lillitos y se los vendí, y ahí tuve para lo mío, hermano, sin mendigarle a nadie, depender de otros es muy duro, algo que no se le desea a nadie, incluso es más duro que depender de una droga, esta semana negocié la chaqueta que tenía y ahí tuve para otra racha de lo mío, es de saber moverse al fin, de estar haciendo que el dinero circule, de detectar los mercados más activos de la ciudad, y no dejarse apañar, el dinero ya está hecho, no es necesario tener dinero para participar, es actitud, los seres humanos somos por naturaleza para el intercambio y pues ya puede ver que no es precisamente intercambio de algo material, para que vaya analizando amigo, usted que estudia acá al frente, y que puede llegar a ocupar un puesto que decida por la gente, conózcala así sea por conocerla y ya, fíjese que el capital dentro de las ciudades no es tan a secas como lo pintan, que se constituye de numerosas posibilidades en constante invención, en este país las cosas desde allá arriba nos las ponen tan duras que si no fuera por el ingenio y astucia necesaria para sobrevivir todos estaríamos locos, sí, aunque le sorprenda yo también intenté leer a los marxistas, y ahora le puedo decir que es sano que cada individuo se acoja a un producto por el cual hacer valer su ser a cambio del dinero para adquirirlo.

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