64. De cara al sol

De cara al sol dan el último nauseabundo mordisco:
         Las monedas caen. Se miran. Las monedas caen. Cuando coincidió la tercera figura no dimensionaron la cifra que mostró la tragamonedas. La cascada de metal sigue. El encargado de la panadería los mira. Quienes comen en las mesas los miran. Voltean ahora a mirarse más incrédulos, voltean hacia quienes los miran, y regresan al chorro. Suena la última moneda. El encargado les lleva una coquita.
         Como una pala entierran la coquita en las monedas y recogen el resto con las manos. Vuelven la vista a la tragamonedas. Se miran… Van a la vitrina. El tendero le recibe la coquita a Fepo y las riega. Con el índice y el dedo del medio arrastra de a dos monedas hacia el vacío donde las ataja con la coquita. Termina y les da dos billetes. Fepo y Papo se miran y luego enfocan la vitrina. Se vuelven a mirar. Fepo señala los panes más grandes. Flexionando el brazo saca dos dedos y se queda inmóvil hasta que el encargado confirma con la cabeza.
         Fepo recibe el paquete y salen. Al pisar la acera se miran. Qué tan malos ganadores son que a la primera suerte prefieren panes, piensa cada uno que están pensando los de adentro. Al pisar la única calle que los separa de la manzana de su casa recuerdan a la abuela. Cada uno se la imagina alarmando a sus papás para salir ya a buscarlos. Cuando cruzan caminan al máximo alcance de las piernas, no corren. Se preparan al doblar en la esquina para el regaño de quien los esté buscando en la cuadra.
         Nadie está afuera. Entran a casa y todo está tal cual domingo de visita donde la abuela. Nada les dicen y van a tirarse al patio trasero. 

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