56. El consejo del vendedor ambulante

Juaco tiene que ir a comprar unos auriculares. Ha reventado los de su novia, y debe pagarlos hoy. Ella tiró del brazo por escabullirse pero era Juaco el “juguetón empalagoso”.
         Camina por la avenida del aeropuerto hasta encontrarse la canalización. Baja hasta el río por un sendero que apenas han acondicionado. Sube, cruza por el puente. Y entra al comercio.
         Tercer boulevard a la izquierda. Solo venden auriculares. Hay bastantes compradores pero no los suficientes para evitar abordar en coro a Juaco. ¿Qué tipo de audífonos busca, joven?, le dicen.
         Niega con la cabeza. Se queda haciendo seña de no mientras camina por la mitad, para no demostrar preferencia por algún local. Son muchos, cómo los otros eligieron, se dice.
         A llegar al otro extremo del boulevard encuentra a un vendedor ambulante. Le compra dos paquetes de sparkies. Se come todos menos los amarillos. Los guarda en el bolsillo relojero.
         Mientras masticaba los sparkies se quedó mirando el movimiento del comercio. Tragó. Miró al vendedor y le preguntó por cuál local le recomendaba. El vendedor respondió. Juaco guardó los amarillos.
         ¿Y si no se los pago, qué?, dijo de regreso hacia el puente. Sabía que la respuesta del vendedor lo había ayudado a decidir. Seguía firme mas de momento recordaba:
         Saliendo de clases le propuso pasar la tarde juntos.
         Ella sin responder empezó a irse.
         La agarró desde atrás con ambos abrazos.
         Ella tiró los suyos hacia atrás para zafarse.
         …y además tengo que reponer los daños, se repite regresando por el sendero de la canalización. Se lo repite al pasar por el aeropuerto. También al entrar en su casa.
         Llega al cuarto. Pone todo lo de los bolsillos sobre una mesa. Ve al celular con la luz de notificaciones titilando. Pero primero va por su vasija de sparkis amarillos.


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Reto dentro del reto. Propuesto esta vez por Ana: párrafos de treinta palabras.

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