38. Junta de trabajo

- No sé. Es una idea que –creía en excusarse primero como alternativa para no ser más interpelado- no tengo aún muy bien desarrollada. Pero sí, digo que deberíamos marcar las calles con aerosol para guiarnos.
         - Y cómo, si todo no es pavimento ni concreto. Cómo vamos a aerografíar donde hay tierra, o grama. En segundo lugar, qué tipo de signos utilizamos o qué, en dónde ubicarnos.
         - Es cuestión de pensarlo –frase para disimular en espera de algo bueno para decir-. Además –palabra siempre auxiliadora- te estás negando a –acá alza un poco la voz, y también funciona- mi propuesta desde que iniciamos la sesión. Ya –y ahora sí un poco más grave la voz- estás –acá es bueno fijarse en que sí se esté tuteando- demostrando –buen verbo, dice que el otro se ha comportado verosímil de acuerdo a lo que se desea culparlo- falta de objetividad –en estas situaciones, téngase bastante fe a esta palabra, hará ganadores quienes nunca defienden bien sus ideas.
         - De nuevo. Vuelvo a insistir en los puntos anteriores. Qué se hace en la tierra y en la grama, y, cómo estructurar la señalización. Responda, señor. O por lo menos, respóndanos a qué se debe la insistencia en grafiar en el suelo.
         - … -nadie entendería. Nunca, nadie, entenderá; se dice ahora-. ¿Y por qué usted dice siempre grafiar?
         - Basta ¡Necesitamos un plan ya! ¿Es la única idea? ¿Nadie más…? Cinco personas en junta y solo una con idea, y bien regular… ¿Nadie?
         - …
         - Segismundo…
         - No, señor.
         - R.
         - No, señor.
         - Ramiro…
         - No, señor.
         - Candelaria…
         - No.
         - ¿La tierra grafiada…? ¿La grama grafiada…? Señor, planéelo bien. Esta noche espero mensaje.
         - ¡Sí –¡putos demonios!, se dijo-, señor!
         - ¿Algo más qué decir, Candelaria?

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