37. Cara a cara: un relato de R. adolescente

Cara a cara, dentro del Optimus, Ludo culpa de plagio a R. Ludo se agacha hacia R. y le estampa una bofetada. A R. la bofetada le impacta asustándolo más que si fuera un puño. Bastantes ha recibido de Ludo. Si fuera un puño seguro R. respondía con otro; como es costumbre. R. desfallece y despierta ensangrentado a dos cuadras del bar.
         Temprano salió de casa. Sabía, Ludo lo buscaba desde la publicación de la revista Caneca. Entonces: no quedarse en casa, NO APARECER POR EL OPTIMUS. Esperaba encontrar con quien, manteniéndose ilocalizable para Ludo, quemar tiempo. Pensaba en Ludo y pisaba más duro contra la acera. Se decía dejando salir la voz por el extremo derecho de su sonrisa incrédula: “Tomé un acontecimiento y lo reconocí como acontecimiento en mi relato; lo que hice fue prolongar la acción de su relato”. Fiero, seguía, alejándose del Optimus y cuidadoso de no topar o invocar más a Ludo.
         Medio día. Los nudillos ya rasgados de pegar a cada paso contra los muros. No dejaba R. de estar pendiente de quien encontraba al deambular, hasta ver a dos tipos, cercanos a la gente de Caneca. Intentó acelerando pero no logró quedar inadvertido. “¿Vos por estos lados?”, dijo Giovanni Gil. “¡Vamos por cerveza!”, dijo José Célis. “¿En dónde?” dijo R., “Por acá cerca”, dijeron José y Giovanni. R. confió en esto último.
         La mirada de R apenas se puso nítida reconoció el sitio. Se dirigió hacia la puerta de vidrio que dejaba al alumbrado público hacer un tapete por la mitad del local. Siguió a lo largo del tapete hasta tener en frente una mesita donde reposaban par de encendedores y se zarandeaban círculos de líquido que humedecían colillas de cigarrillo. Al volver arriba, la mirada encontró a Ludo. Quedaron mirada contra mirada.

Comentarios