27. Ronca voz de púber

- Que no seamos capaz de referirnos a ellos como si fueran de los nuestros, que no seamos capaz de referirnos a lo de nosotros como si también fuera de ellos. Yo pienso que desde ahí viene el problema.
- ¿Pero qué problema?
- De que tus hijos no tienen sentido de pertenencia. De que no saben quiénes son,  ni les importa.
- No veo problema. Ellos sí se conocen y si no, pronto lo harán. Igual aún están muy capullos.
- Vos tampoco sabes nada de ti. Igual no tienen la culpa tus hijos... como tampoco la tienen ni tus abuelos, ni los padres de tus abuelos.
- Lee algo de esto.
- Siempre que leo sobre ese libro me leo, me auto narro, con ronca voz de púber.
- No importa. Intenta.
- Yo creo que ya he intentado lo suficiente.
- Pero sí que eres cerrada.
- Si ya he intentado...
- Y así te atreves a hablar de nuestros hijos...
- No mezcles. Lo uno no lleva a lo otro.
- ¿Hablas del sentido de pertenencia?
- Sí.
- No tienes ni noción sobre lo que haces.
- Nunca me has puesto la atención suficiente.
- Hablas de tus hijos sin decir que son tus hijos.
- Si ves que me mezclas todo.
- Ya me vas a decir que ni manejo un hilo conductor… bla, bla.
- Lo sabes.
- Vuelve a leerlo.
- Párala ya.
- Cuando empieces a leer.
- Que ya lo he leído.
- Vuelve. Siempre resalta algo nuevo.
- ¿Qué buscas con todo esto?
- Cuando leas te cuento.
- Me cuentas o no leo.
- No.
- Entonces no.
- Cuando te falte un tercio.
- No.
- ¿En la mitad?
- No.
- Entonces no.
- Entonces no.

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