15. ¿Dios con quién conversa? I: Invocación a personaje

Vuelve la lectura de Ribeyro a mezclarse con asuntos extraliterarios.
         Llevaba tres meses aguardando por leer a Ribeyro. En ese periodo de tiempo ni a un cuento le di la oportunidad de seducirme. Venía de haber devorado, con fines académicos, tres veces seguidas la novela Cambio de guardia y necesitaba un break que garantizara mi simpatía por la literatura del cholo. Ahora empiezo otra novela. Geniecillos Dominicales. Un libro conseguido de segunda mano.
         Al tener este libro me he enrolado a dos mundos. Uno, el tradicional, el dicho por el autor ahí en el libro, el historionón del hedonismo de Ludo. Otro, el de las marcas del libro que como testimonios físicos hacen una narración más.
         Este segundo caso de narración bastante tiene de común con el literario. Por ejemplo, también hay protagonista. Este, el extraliterario, se hace llamar Francisco Javier Ochoa C. Es un tipo que residió en la ciudad de Medellín. Un lector tan empedernido que no lograba distinguir entre ficción y realidad y terminaba no siendo practico a la vida real y sí a lo que dijera la literatura. Un lector tan fino en gusto como tierno y especial en la manía coleccionista. Francisco murió y su familia vendió su biblioteca sabiendo el amor casi empalagoso que contenía cada volumen.
         Ese es uno de los Franciscos posibles. Es una de las combinaciones que las pesquisas como el sello de propiedad en la contra portada, los recibos guardados entre paginas para reclamar fotos en el pasaje Junín con Maracaibo frente al teatro Opera en la época de los números telefónicos de seis dígitos, el delicado recubrimiento del libro con plástico contact, etc.
         Este lector merodea a manera de enigma en mi cabeza. Ahora lo invoco como posible personaje del reto. Cada vez puede haber mejores combinaciones de pesquisas.

Comentarios

  1. Este nos gustó mucho a María a mí. La vida como literatura, la literatura vital. No sé, hermano, mucha tela por cortar, pero hay tiempo, y tijeras (o navajas, o dientes, poco importa).

    Un abrazo.

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