21. Anacrónica publicidad política pagada deambulante

Mientras hay quienes que para sobrevivir hacen de todo, incluso engañar a otros, hay otros que sobreviven engañando a esos que ya están engañando a otros.
         Yo, por hacerle un favor al amigo de mi papá con el que constantemente intercambia favores –es decir, por pagar una deuda de mi papá, por hacerle un favor a mi papá-, estuve formando como eslabón de esa cadena de mentiras que conforman todas estas especies de engañadores. He ingresado de la mano del segundo tipo de engañador, del encargado de engañar a otro engañador. Este par eran dos candidatos al senado.
         El asunto era simple: decir que venía en representación y parte de un comité que estaría apoyando hasta el domingo de elecciones, en tales zonas y en otras tantas que me hizo memorizar mi engañador en jefe al otro lado de la pared donde luego vería el diploma de abogado del engañador engañado principal. Y todo eso de memorizar fue lo fácil y mucho más fácil. Lo difícil fue a la salida. Me entregaron dos paquetes de tarjetas de ocho por cinco para seguir con mi no-campaña.
         Hoy, a tres días de ajustar tres meses desde que se hicieron las elecciones de cargos públicos en la ciudad y el departamento empiezo a dejar deambular las tarjeticas de publicidad.

Comentarios

  1. Este no tiene 300 palabras ni a bala. ¡A mí no me engañas! Qué bueno que es engañar engañadores, por eso hay que entrevistar a Vila-Matas.

    ¡Un abrazo!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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