La
noche de ese sábado fue fría como fue todo ese principio de año. Yo viajaba por
el carril que iba
desde el antiguo aeropuerto hacia donde estaba el río. En la acera derecha del
tramo de avenida desaparecido, varios metros antes de llegar a la glorieta, ubicada
más cerca del río que
del aeropuerto, había un garaje cercado por una reja de varillas que en vertical se
distanciaban no por más de pulgada y media.
Dentro del garaje se veía bien. Había una camioneta pequeña, blanca, de platón más largo que ancho, cercada a ambos extremos por cinco barriles negros de, más o menos, cuarenta galones. El asunto es que la camionetica tenía la alarma de seguridad activada. Hacía un ruido chilleante, casi doloroso. Quien por ahí pasaba se aturdía bastante. Incluso desde lejos se oía fuertísimo.
En ese tramo de la avenida, y a esa hora, eran numerosos los transeúntes. Adelante, tres o cuatro locales más cerca a la glorieta, había una discoteca con una conglomeración de personas esperando para ingresar. Se esparcían alrededor de una estatua de la virgen erguida en toda la mitad de la acera del local. Y más adelante, estaba la glorieta que, con un puente sobre ella, se frecuentaba como una zona de comidas donde los autos con las luces estacionarias prendidas pedían, esperaban y comían. Ese día, al igual que siempre, desde lejos se veía un manto de humo creciendo desde abajo del puente.
Verá. La alarma seguía sonando entre los barriles del garaje de ese tramo de la avenida. Los carros y las motos iban y venían con toda la normalidad, incluso la gente en las aceras. Esta es mi hipótesis del tramo de avenida. La camionetica. El ruido. Los barriles. Los tumultos de personas. El humo de adelante. La explosión.
Dentro del garaje se veía bien. Había una camioneta pequeña, blanca, de platón más largo que ancho, cercada a ambos extremos por cinco barriles negros de, más o menos, cuarenta galones. El asunto es que la camionetica tenía la alarma de seguridad activada. Hacía un ruido chilleante, casi doloroso. Quien por ahí pasaba se aturdía bastante. Incluso desde lejos se oía fuertísimo.
En ese tramo de la avenida, y a esa hora, eran numerosos los transeúntes. Adelante, tres o cuatro locales más cerca a la glorieta, había una discoteca con una conglomeración de personas esperando para ingresar. Se esparcían alrededor de una estatua de la virgen erguida en toda la mitad de la acera del local. Y más adelante, estaba la glorieta que, con un puente sobre ella, se frecuentaba como una zona de comidas donde los autos con las luces estacionarias prendidas pedían, esperaban y comían. Ese día, al igual que siempre, desde lejos se veía un manto de humo creciendo desde abajo del puente.
Verá. La alarma seguía sonando entre los barriles del garaje de ese tramo de la avenida. Los carros y las motos iban y venían con toda la normalidad, incluso la gente en las aceras. Esta es mi hipótesis del tramo de avenida. La camionetica. El ruido. Los barriles. Los tumultos de personas. El humo de adelante. La explosión.
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