10. Tiempo de espera

         Adelante hay un bulto muy ancho sosteniendo en vertical una tablet sobre la pierna izquierda. Le desliza su mano por el borde. Va desde una esquina superior hasta una inferior, la aprieta y la eleva haciéndola cambiar otra vez de adjetivo.
         El bulto al exhalar hace resonar el viento contra su tupido bigote.
         El bulto mira de reojo hacia la silla de la derecha a un bultico que manipula un teléfono y solo mueve los dedos.
         Los cien kilogramos ahora usa la tablet. Empieza a ver catálogos de películas. Desliza el dedo de abajo hacia arriba.
         Los treinta kilogramos sigue esquivando obstáculos, moviendo los dedos a gran velocidad y en todas las direcciones.
         Uno pregunta al otro el número qué turno tienen. En vez del número se obtiene por respuesta un comentario maldiciendo al pésimo internet.
         El bulto mayor de nuevo apaga la tablet. Posa en vertical al aparato. Mira al chico. Y empieza a girar la tablet.
         Uno pregunta al otro qué turno tiene. En vez del número se obtiene por respuesta un comentario maldiciendo la lentitud del los turnos.

Somos el número quinientos cuarenta y tratamos de prestar atención pero el reflejo de la pantalla en los lentes oculta la dirección en que Rosmeri enfoca la mirada. No sabemos si nos habla o habla sola.
         Deja de teclear y saca el rostro hacia mi mamá. Le pregunta con tono brusco. Mi mamá responde y ella vuelve los lentes contra la pantalla.
         Desde el hombro bajo los dedos por el brazo de mi mamá. Le vuelven a preguntar. Yo vuelvo la mano hasta el hombro. Rosmeri vuelve al teclado.
         Pregunto a mi mamá por qué está triste y sigo sobándola. Pero está tan atenta a lo que diga Rosmeri que no me puede escuchar.
         Rosmeri sigue contra la pantalla.
         

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