200. Ballena azul


Esa semana la bodega se había llenado, Pacho me llamó temprano por una donación considerable. Nos vimos obligados a repasar espacios, a desocupar estantes no muy visitados haciendo lugar para los nuevos títulos. Con trapo en mano, Pacho y yo desocupamos una esquinita cerca al suelo que parecía a reventar. Una vez nos acercamos, sacamos apenas 10 libros mal acomodados. Y ahí estaba. Un juguetico cargado de polvo que parecía brillar por dentro. Pacho agarró los libros y yo aproveché para curiosearla: "yo lo boto", le dije. Y mientras él limpiaba los diez libros con un trapo seco, yo curioseaba el ensamblaje de plástico. 


La guardé en mi bolsillo porque quería verla con calma. Seguí acomodando cajas y limpiando el polvo hasta que terminó el turno. Por la noche, cuando me quité la pantaloneta, recordé el juguete. La puse sobre el murito de la ventana y busqué en Google los tipos de ballena: era una Balaenoptera musculus, que conocemos más como ballena azul. Intenté imaginarme de dónde venía, cómo la habían fabricado, ¿alguien más tenía una? Leí sobre ella, una hermosa especie, fotos tranquilas en el océano. Escuché su canto, contento por el hallazgo de ese día. 

Ayer, mientras empacaba para irme de casa volví a verla después de muchos años. Le dije a K. que era una ballena de polvo y nos reímos. Pero su gesto se puso serio y con un tono bajo dijo que era una lástima lo que podía esconder un simple juego de ballenas. Entonces me enteré, de Rina Palenkova, Angelina Davydova y no sé cuántos más. El juguete de plástico perdió súbitamente el brillo en el esqueleto, su hallazgo me resultaba tan poético como dramático. La dejé allí, en el murito de la ventana, esperando que alguien volviera a encontrar brillo en su esqueleto.

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